Roberto Salerno, Director de Salerno SA, describe cómo es la alianza que tiene con San Miguel desde su rol de productor estratégico asociado.
¿Cómo fueron los inicios de Salerno como empresa citrícola?
Somos una empresa familiar iniciada hace más de 60 años por mi abuelo en Entre Ríos, Argentina. Mi padre heredó 12 hectáreas de las quintas que tenía él y fue quien poco a poco hizo crecer a esta empresa hasta convertirla en lo que es hoy. Es realmente un orgullo ver los frutos del trabajo de mi padre, quien obtuvo todo lo que logró pese a contextos desfavorables como los que hay a veces en nuestro país.
¿Cómo es la operación de Salerno?
Tenemos 1000 ha. de fincas, donde producimos diferentes variedades de naranjas y mandarinas. En nuestros dos empaques, este año vamos a embalar aproximadamente 1,2 millones de cajas anuales de fruta. El factor humano también es muy importante. Entre cosecha, empaque, quinta y administración, poseemos una estructura fija de unos 200 colaboradores y, depende el año, contratamos entre 800 y 1000 empleados temporarios de distintas ciudades de la provincia.
¿Cuál es la relación con San Miguel?
Nosotros le vendemos a San Miguel la totalidad de la fruta que destinamos a exportación. Estamos muy cómodos trabajando con ellos. Vemos un negocio muy transparente, nos apoyan con nuestras necesidades, nos acompañan y asesoran.
¿Cuáles son los valores distintivos que destacan de San Miguel?
El conocimiento del mercado, la capacidad de carga y de volumen son diferenciadores. Además, la parte financiera, es decir que cumplan y paguen siempre al día, es muy importante en un negocio como este donde la mano de obra es uno de los principales costos.
¿Cuáles son las perspectivas de Salerno para el futuro?
Creemos que la citricultura tiene un buen porvenir en nuestro país. Queremos seguir apostando al progreso de nuestra empresa, tal cual lo hizo mi padre. Estamos con ganas de seguir creciendo de la mano de San Miguel. Nos sentimos muy conformes con el proyecto que tienen y que, además, nos incluye.